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Las primeras expresiones del arte tomaron al hombre como centro de representación. Sobre esta figura se operaron diferentes transformaciones, animales, vegetales y polimorfas para referirse a un sentido que iba más allá de la mera morfología. El centauro, la sirena, el bifronte, son algunos de los ejemplos más clásicos. Sorpresivamente, en la escena del arte contemporáneo aparece un joven escultor que parece alimentarse de la memoria más profunda de la humanidad. José Vivas hace esculturas que podrían acercarse a eso que la historia del arte llama “hiperrealismo”, es decir, una representación casi fotográfica de la figura humana. Sin embargo, no le interesa el hombre común –como a los escultores hiperrealistas como Duane Hanson o John de Andrea, por citar a los más conocidos-, sino los seres fantásticos, a la manera de los comic más bizarros. Cada figura es una historia en sí misma, una denuncia, y una declaración de valores. Veamos algunas de sus obras. Vacuo (2008), por ejemplo, es una figura masculina desnuda que sostiene su propia tapa de cerebro; parece mirarse a un espejo carente de vidrio y de su cabeza hueca florece un narciso. La referencia al mito griego del joven arrobado por su propio reflejo es clara y a la vez superactualizada. Aquel enamoramiento de sí mismo que ahogó al bello Narciso, revive en nuestra sociedad con el culto al cuerpo y en un egoísmo casi autista. Vivas logra darle un nuevo impulso a aquel mito creando una figura con atributos claros (espejo, flor y cerebro ausente) casi como una alegoría clásica. La culpa la tienen los ratones, (2008) otra de sus esculturas, presenta a un mujer atormentada por cinco ratones que llevan impresos en sus cuerpos una cruz cristiana, una estrella de David, un medialuna islámica, una cruz svástica y el mantra ohm. Ferozmente, los roedores le perforan la cabeza a la mujer que lucha por sacárselos de encima. El título está tomado de una expresión popular, los ratones, no son más que los pensamientos, fantasmas y miedos impuestos por los dogmas religiosos. Como en los Bestiarios de la Edad Media, Vivas recurre a los animales como símbolos morales, y en este caso particular, los degrada a pequeños monstruitos desenfrenados y miserables. Amor y Felicidad (2008) es una “diosa negra”, es decir el lado oscuro de la maternidad. La mujer de pechos flacos es un híbrido con alas de murciélago -animal de la noche-; parece llorar de decepción, su hijo no se le parece y tiene alas de ave (símbolo diurno). Vivas pone en escena una situación frecuente y delicada, ¿qué le sucede a la madre cuando nace un hijo “diferente”, cómo disimular el desencanto?.
Naturaleza muerta (2007) es una espléndida y sensual mujer sentada sobre un zapato de taco stiletto recubierto con miles de diminutos azulejos espejados. Su cara es su calavera y sostiene una máscara con forma de rostro femenino. Vivas retoma el topos (tema literario) de la vanitas (vanidad) del Barroco, el memento mori, (recuerda que morirás). Más allá del rostro maquillado, las cejas depiladas y las pestañas arqueadas, más allá de los labios carnosos y pintados con fervor, está la verdad, la calavera, el destino inevitable Podríamos seguir analizando cada una de las esculturas de José Vivas y en todas ellas se puede percibir la red conceptual que las contiene. En todas hay llamadas al oropel, que hoy la sociedad denomina “glamour”, a los cuerpos perfectos, sean masculinos o femeninos; hay referencias constantes a la máscara que oculta y revela a la vez; hay presencias animales o vegetales, acompañando o hibridando a la figura. En la producción de José Vivas hay un juego dialéctico entre el ser y el parecer, entre el deber ser y el ser, entre el mandato social y el deseo de cada individuo. Las obras son extremadamente bellas y extremadamente crueles, denuncian sin concesiones las estructuras morales que intentan someter al individuo. Vivas bucea en los símbolos antiquísimos del inconciente colectivo para rescatarlos con una nueva forma y actualizar ciertas enseñanzas, como aquella del Eclesiastés: “Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad”.
Julio Sánchez, octubre 2008